Mes: octubre 2015

La vegetación del Baix Llobregat

La comarca del Baix Llobregat presenta una gran diversidad de vegetación mediterránea. Destacan dos importantes comunidades vegetales, el encinar, compuesta básicamente por la encina típica o también llamada encina alcornoque (Quercus suber), y el pinar, donde podemos encontrar el pino blanco (Pinus halepensis). 

Debido lo rasgos diferenciales que podemos encontrar en el clima, la geología y en la edafología a lo largo de la comarca, la vegetación es heterogénea en cuanto al tipo y a su distribución. En las áreas costeras, especialmente en delta del Llobregat, encontramos diferentes tipos de especies herbáceas y matorrales; suelen ser especies halófilas y arenosas. Al sur del curso fluvial del Llobregat destacamos un importante bosque de ribera donde podemos encontrar diferentes tipos de árboles caducifolios como el álamo (Populus alba). Además, se han replantado especies como el chopo (Populus nigra) y la carolina (Populus delteoide). 

En buena parte del macizo del Garraf perteneciente al Baix Llobregat y a los primeros contrafuertes del Ordal podemos encontrar diferentes especies arbóreas, herbáceas y plantas que crecen y se desarrollan en contextos menos húmedos, menos cálidos y con superficies litológicas como los conglomerados, las calizas y las areniscas. Podemos ver plantas como el palmito (Chamaerops humilis), que es la única palmera autóctona en todo el continente europeo; también podemos encontrar helechos (Polypodium vulgare), y plantas peculiares como el pampajarito (Sedum acre), una planta rupícola que crece y se desarrolla a las rocas. Asimismo, nos podemos encontrar la retama, también conocida como retama viera u olaguina (Genista scorpius), un arbusto con escasa masa foliar, pero destaca con sus flores amarillentas, grandes y además, desprenden un olor muy característico.

Si bien las especies arbóreas por excelencia en el Baix Llobregat son los pinares de pino blanco y las encinas de encina alcornoque, a nivel de las plantas y arbustos tenemos que destacar el brezo de invierno (Erika multiflora) y el romero (Rosmarinus officinalis). Es muy habitual encontrarnos estas dos especies muy próximas entre ellas, formando áreas de vegetación con brota, que se suele denominar brota litoral calcícola de romero y brezo de invierno, conocido con el nombre científico de Erico-Thymelaeetum tinctoriae. Las especies que podemos encontrar dentro de la brota del brezo de invierno y romero son diversas, donde destacamos la aliaga (Ulex parviflorus), el tomillo (Thymus vulgaris), y la propia olaguina, ya mencionada antes.

En cuanto al brezo de invierno en sí mismo, se caracteriza para ser un arbusto perenne, muy ramificado y con hojas recargoladas, de este modo pueden controlar y evitar la transpiración. Las flores empiezan a salir entre el otoño y el invierno y presentan un color rosado. Respecto al romero, hay que destacar que es una planta muy conocida por sus usos culinarios y medicinales. Sus hojas son muy parecidas a las del brezo de invierno, a pesar de que las del romero presentan una franja blanca en el dorso. Las flores tienen un color azul violeta pálido y acostumbran a estar todo el año.

Un ejemplo de que la vegetación de la comarca del Baix Llobregat tiene un valor y una riqueza importante, es el hecho de tener varias zonas que forman parte de los Espacios Naturales Protegidos, donde hay áreas que pertenecen al Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN), lugares que cuentan con Espacios Naturales de Protección Especial (ENPE), y lugares dentro de la Red Natura 2000.

Figura 1. Espacios naturales protegidos en el Baix Llobregat. Fuente: elaboración propia a partir de del mapa topográfico del Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya.

En este mapa podemos observar los espacios naturales del Baix Llobregat que se encuentran protegidos. Hay que destacar que dentro de la comarca hay bastantes hectáreas que pertenecen a parques naturales; éstos son el Parque Natural de Montserrat, el Parque Natural de Collserola (muy cerca de Sant Feliu de Llobregat, la capital de la comarca), y el Parque Natural del Garraf. Estos tres parques disponen, dentro del Baix Llobregat, de un elevado grado de protección de su entorno natural, especialmente el Parque Natural de Montserrat y el Parque Natural de Collserola.

Además de estas tres grandes superficies protegidas, también encontramos otras mucho menos extensas pero no menos importantes, como es el caso del área de bosque de ribera que sigue el transcurso del río Llobregat desde Esparreguera hasta Martorell y el delta del Llobregat.

Es evidente, pues, la vitalidad y la importancia ecológica que presenta el Baix Llobregat, a pesar de ser una comarca que se rige en un contexto de destacada urbanización, alta densidad poblacional y numerosas infraestructuras, ya sea viarias, ferroviarias, energéticas o industriales, entre otras. Es importante conservar todos estos ámbitos naturales que dan color y vida a la comarca en el sentido ambiental. El papel de los diferentes planes de protección de los diversos espacios naturales es clave en la preservación de estos grandes núcleos verdes que siempre han estado muy cerca de nosotros pero que mucha gente desconoce.

Los huracanes

Los fenómenos naturales están presentes a diario en nuestro planeta. Sin lugar a dudas, uno de los más espectaculares por su magnitud y consecuencias son los ciclones tropicales. Estos “monstruos” de nubes, lluvia y viento son considerados como un importante riesgo natural debido a su gran frecuencia, intensidad, amplio recorrido y daños que ocasionan sobre el territorio a nivel humano y material. Actualmente forman parte de la investigación diaria de científicos y organismos internacionales para entender mejor su comportamiento y saber cómo minimizar los daños que generan.

¿Pero qué son los ciclones tropicales? Son formaciones atmosféricas de bajas presiones en torbellino que se forman en los océanos de la zona intertropical durante la estación cálida y vienen acompañados de fuertes vientos e intensas lluvias (Chémery, 2003). Para cada zona del planeta los ciclones tropicales reciben una o varias denominaciones genéricas. Los ciclones tropicales formados en el océano Atlántico y en el noreste del océano Pacífico reciben el nombre de huracanes. La denominación de los ciclones tropicales del noroeste del Pacífico es de tifones, mientras que en Oceanía son denominados Willy Willy.

Figura 1. Huracán Mitch de 1998 al norte de Centroamérica a vista de satélite. Fuente: National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA).

Es importante tener en cuenta algunos factores para determinar si la masa ciclónica es o no un ciclón tropical (huracán, tifón, etc.). Uno de los requisitos esenciales es la velocidad del viento. Una masa de aire ciclónica que presente vientos inferiores a los 60 km/h correspondería a una depresión tropical. Si la velocidad de los vientos oscila entre los 60 i 119 km/h estaríamos ante una tormenta tropical. Y por último, cuando los vientos son superiores a los 119 km/h identificamos la masa de aire como ciclón tropical, siempre que a estos vientos se le sumen intensas lluvias. Un factor imprescindible para el favorecimiento de la formación y desarrollo de un ciclón tropical es que la temperatura superficial del agua supere los 26,5 ºC (Blodgett y Keller, 2007).

De hecho, son muchos los aspectos que caracterizan a un ciclón tropical. Seguidamente destacamos varios:

  • Formación en latitudes comprendidas entre 5º y 20º.
  • Formación en superficies oceánicas cuya temperatura sea superior a 26,5 ºC.
  • Presión central inferior a 950 hPa.
  • Vientos superiores a 119 km/h.
  • Vórtice ciclónico espiral con diámetro entre 200 y 500 km.
  • Nubosidad convectiva (cúmulos y cumulonimbos), cuyo espesor aumenta a medida que nos acercamos al núcleo del ciclón.
  • Suficiente fuerza de coriolis para animar la rotación ciclónica.
  • Gran zonificación inestable.
  • Distinción en cinco categorías según la intensidad de los vientos.

Se puede ver que son varias las características que presentan los ciclones tropicales, haciendo muestra de su complejidad y condiciones para su formación (Martín-Vide y Olcina, 1996; Blodgett y Keller 2007).

Hemos visto qué son los ciclones tropicales, las distintas denominaciones que reciben según el océano en el que se formen (huracanes si surgen en el Atlántico y noreste del Pacífico), y que para favorecer su formación necesitan una temperatura del agua en superficie superior a los 26,5 ºC. ¿Y cómo se forman los ciclones tropicales? ¿Cuál es su proceso? Las capas bajas de la atmósfera se calientan y se inicia la ascendencia, reforzada por una convergencia en el suelo y una divergencia en altitud, ya que se sitúa en las proximidades de la zona de convergencia intertropical (Chémery, 2003; Blodgett y Keller, 2007). La formación de un ciclón tropical es la vía de escape a tanta concentración de vapor de agua sobre el océano. Cuanto mayor sea la temperatura de éste más evaporación habrá, por lo que el ciclón que se esté formando estará más alimentado y podrá ser más potente. Tras su formación y desplazamiento hay un enfriamiento de las aguas donde se ha originado, ya que toda la concentración calorífica y de energía que había sobre la superficie ha sido absorbida por el ciclón. 

Figura 2. Esquema de un ciclón tropical. Fuente: Chémery (2003). 

En el esquema de la figura 2 se puede apreciar la morfología de un ciclón tropical. A nivel general, el diámetro de la corona principal (en la que el viento puede superar los 300 km/h y las nubes cumuliformes, erigidas en forma de muralla, se elevan hasta los 15 km), mide entre unas decenas de km y 200 km. La presión es muy baja, las lluvias abundantes y la temperatura elevada. La corona exterior, de una amplitud de entre 100 y 200 km, corresponde a una zona de aceleración de los vientos que alimentan el ciclón por la base. Las nubes se enrollan en ella formando entre dos y siete espirales alrededor del ojo. Éste es una zona de calma, cuyo diámetro, de 10 a 100 km, se va reduciendo a medida que se forma el ciclón. La velocidad media de desplazamiento de los ciclones es de unos 30 km/h (Chémery, 2003).

En el Atlántico, los huracanes tienden a desplazarte de sureste a noroeste, mientras que en el noreste del Pacífico lo hacen, mayormente, de noroeste a sureste. Si bien la fuerza del viento (entre otros factores), nos indica si una masa de aire ciclónica es un ciclón o no, también es importante para saber la magnitud de un ciclón tropical.

Tabla 1. Clasificación de huracanes mediante la escala Saffir-Simpson para el Atlántico norte. Fuente: Martín-Vide y Olcina (1996). 

En esta tabla se muestran las diferentes categorías en las que se rigen los huracanes en el Atlántico según la velocidad de los vientos a partir de las escala Saffir-Simpson. Cuanto mayor sea la fuerza del viento más categoría tendrá un huracán, y con ello, más potente y devastador será. El National Hurricane Center (NHC), denomina como huracán inferior a los que son de categoría 1 y 2, mientras que los de categoría 3, 4 y 5 son considerados como huracán superior.  

Son diversos los huracanes que ha habido a lo largo de la historia en el océano Atlántico. A continuación se muestran algunos datos curiosos sobre varios de los huracanes que ha habido.

Tabla 2. Datos extremos de huracanes en el Atlántico norte. Fuente: elaboración propia a partir del National Hurricane Center y del artículo Los diez récords de huracanes más increíbles de la historia (2012), del portal digital de noticias Lainfomración.com.

También es relevante considerar otros datos interesantes. El 2005 fue el año con más huracanes en el Atlántico desde que se tienen registros; hubo un total de 15. Asimismo, 1950 fue el año que registró el mayor nombre de huracanes de categoría superior; fueron ocho sobre un total de 11. En el Atlántico el período oficial de los huracanes va desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre, con una media de siete huracanes al año. Septiembre el mes con más huracanes. Aparte de los ya mencionados en la tabla 2, otros huracanes que destacamos son el Inés (octubre de 1966), Allen (agosto de 1980) y Mitch (octubre de 1998).

¿Y quién pone nombre a los huracanes del Atlántico? Esta tarea empezó a realizarse a partir de 1953 por parte del Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos, aunque actualmente las denominaciones las hace la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Durante las primeras dos décadas desde que se asignan nombres a los huracanes sólo se utilizaban nombres propios femeninos, pero desde 1979 se utilizan tanto los femeninos como los masculinos. Para los años pares a los huracanes se les asigna un nombre propio masculino, mientras que para los impares se utilizan nombres femeninos, en ambos casos de la A hasta la W, quedando exentas las letras Q, U, X, Y, Z. Si se llega a la W y siguen habiendo huracanes, se utiliza el alfabeto griego. Asimismo, los nombres que se asignan a los huracanes tienden a repetirse cada seis años excepto aquellos que han formado parte de un huracán muy destructivo a nivel material y humano. En estos casos el nombre se retira y no se vuelve a utilizar más, por lo que nunca volverá a haber un huracán denominado Mitch o Katrina, entre otros muchos nombres.

Esta misma dinámica en cuanto a la asignación de nombres y letras disponibles también se aplica a tormentas tropicales y subtropicales. Por ejemplo, en 2014 hubo el huracán Cristobal, y el siguiente huracán fue el Edouard. ¿Y dónde está la letra D? En este caso se utilizó para bautizar como Dolly a la tormenta tropical que hubo entre estos dos huracanes.           

Antiguamente, a los huracanes se les asignaban nombres de festividades que se celebraban coincidiendo con el paso de éstos. Por ejemplo, el gran huracán de 1780 (tabla 2), arrasó las Antillas cuando se celebraba la festividad de Saint Callixtus, por lo que el huracán recibió dicho nombre.  

Según el NHC, los países con mayor probabilidad de padecer un huracán proveniente del Atlántico son Cuba y los países de las Antillas, seguidos por el estado norteamericano de Florida y México. Los meses en los que estos países podrían verse más afectados son septiembre y octubre. En cambio, los que tienen menos probabilidades de verse afectados por un huracán proveniente del Atlántico son Belice, Guatemala, El Salvador, Haití, República Dominicana y los estados norteamericanos de Texas, Luisiana y Mississippi. 

Precisamente, algunos de los países con menor riesgo de padecer un huracán proveniente del Atlántico, como El Salvador o Haití, son también los más vulnerables, ya que son países pobres que cuentan con pocos recursos y débiles infraestructuras. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Haití cuenta con un Índice de Desarrollo Humano (IDH), de 0.471, situándose en el puesto 168 de 187 estados. Por lo tanto, estos países son los más endebles frente a la llegada de un huracán, con altas posibilidades de sufrir importantísimos daños humanos y materiales.

Bibliografía:

  • Blodgett, R. y Keller, E. Riesgos naturales: procesos de la tierra como riesgos, desastres y catástrofes. Madrid: Pearson Pretince Hall, 2007, 422 p.
  • Chémery, L. Los climas: ¿un futuro imprevisible? Barcelona: Spes, 2003, 128 p.
  • Martín-Vide, J. y Olcina, J. Tiempos y climas mundiales: climatología a través de mapas del tiempo e imágenes de satélite. Barcelona: Ed. Oikos-Tau, 1996, 308 p.

Fuentes de información: